Solidaire
El mundo nunca ha
producido tanta riqueza como ahora. Si esta riqueza estuviera repartida
de manera igual entre todos y en todo el mundo, una familia con tres
hijos dispondría de unos ingresos de 2.870 euros al mes y de un
patrimonio (ahorros, valor de la vivienda…) de 125.000 euros (1)
Nos
referimos a todos los habitantes del planeta: africanos, asiáticos,
europeos, estadounidenses, etc. 2.870 euros al mes y un patrimonio de
125.000 euros es algo sorprendentemente alto. En efecto, no es
suficiente para vivir de forma lujosa, pero sí lo es para que todos los
seres humanos dispongan de una vivienda confortable, de electricidad, de
agua potable y de instalaciones sanitarias, y además con métodos
ecológicos.
Por lo tanto, hay suficiente para que todo el mundo
pueda tener una vida más que decente. Sin embargo, un ser humano de cada
tres en el mundo no dispone de un dispositivo sanitario básico y uno de
cada cuatro no tiene acceso a la electricidad. Uno de cada siete vive
en un barrio de chabolas, uno de cada ocho tiene hambre y uno de cada
nueve no tiene acceso al agua potable (2). Dicho de otra manera: con un
reparto igual de la riqueza todo el mundo dispondría de 23 dólares al
día. Y, sin embargo, 2.400 millones de personas tienen que vivir con
menos de 2 dólares al día y 1.200 millones con menos de 1,25 dólares
(3).
Por consiguiente, el problema no es que no haya suficiente
riqueza, sino que la riqueza está repartida de forma escandalosamente
desigual. Actualmente 85 personas poseen la misma cantidad que 3.600
millones de personas juntas (4). El 1% más rico posee la mitad de toda
la riqueza del mundo, mientras que el 70% más pobre posee el 3% de esta.
Cada uno de los más ricos posee una fortuna media de 1,6 millones de
dólares, esto es, 700 veces más que la mayor parte de la población
mundial (5).
La exorbitante cantidad de 32.000.000 millones de
dólares están al abrigo de los paraísos fiscales(6). Esta cifra es 130
veces más de lo que se necesita anualmente para alcanzar los objetivos
de desarrollo del milenio (ODM) de las Naciones Unidas y erradicar la
pobreza más grave del mundo. Nunca había sido tan grande y tan sangrante
como en estos momentos el contraste entre lo que la economía mundial
tiene para ofrecer y lo que proporciona en efecto para responder a las
necesidades básicas.
Próspera Bélgica
En Bélgica,
donde vivo, el ingreso medio disponible para una familia con dos hijos
es de 8.000 euros al mes y el patrimonio medio de esta familia es nada
menos que de 800.000 euros (7). Unas cifras que también parecen
soprendentemente altas pero, de nuevo, se trata de cifras medias que
ocultan un reparto extremadamente desigual.
Por una parte, un 1%
de los belgas más ricos posee 40 veces más que el belga medio. Las diez
familias más ricas de nuestro país disponen juntas de un patrimonio de
42.000 millones de euros, aproximadamente la misma cantidad que los dos
millones de belgas más pobres. El patrimonio de las familias De
Spoelberch, De Mévius y Vandamme corresponde exactamente al presupuesto
total de la seguridad social de 2012 (8).
Por otra parte, un
belga de cada cinco corre peligro de caer en la pobreza o en la
exclusión social (9). Una familia con ingresos bajos de cada cinco tiene
que aplazar la atención sanitaria por motivos financieros (10). No es
en absoluto raro que haya personas que tengan que trabajar a un ritmo
inhumano por apenas 1.300 euros al mes. Dada la enorme prosperidad de la
riqueza de nuestro país, esto es inaceptable.
El abismo entre
ricos y pobres en Bélgica nunca había sido tan grande y sigue
aumentando. En los últimos veinte años los ingresos del 30% de personas
más pobres han descendido un 10%, mientras que el porcentaje más rico ha
visto aumentar sus ingresos un 30% (11). Durante este periodo se ha
duplicado la cantidad de personas pobres (12). Esto es la consecuencia
de dos elementos: primero, los subsidios y los salarios se han congelado
o han aumentado menos despacio que la prosperidad; segundo, el capital
se sigue beneficiando de ventajas fiscales. En los últimos treinta años
la parte asalariada en el PNB (la riqueza nacional) ha descendido del 67
al 62%, mientras que la parte del capital casi se ha duplicado ya que
ha pasado del 6 al 10% (13).
La crisis no es para todo el mundo
El
gran malvado aquí es la crisis. En el capitalismo una crisis equivale a
una enorme limpieza brutal y caótica de la economía. Inevitablemente lo
pagan los trabajadores y las personas más débiles de la sociedad. En
otras palabras, una crisis económica es un medio excelente para
organizar una transferencia del trabajo al capital, de los pobres a los
ricos. Las reducciones de salarios en la década de 1980 son un buen
ejemplo de ello. Si hoy los salarios constituyeran una parte tan grande
del PIB como en 1981, cada trabajador granaría unos 950 euros más al mes
(14).
El crack financiero de 2008 es la repetición del mismo
fenómeno. Solo en Europa han desaparecido cuatro millones de empleos a
causa de la crisis (15). En el mundo se ha empujado a 64 millones de
personas a la pobreza extrema (16). El abismo entre pobres y ricos ha
aumentado en casi todos los países europeos y es particularmente fuerte
en Irlanda y España (17). Europa cuenta actualmente con 120 millones de
pobres y de 100 a 150 millones de personas viven sobre el filo de la
navaja ¡Hablamos, por lo tanto, del 43 al 53% de la población! Además,
ya no basta con tener un empleo. En Europa una persona que trabaja de
cada diez vive actualmente por debajo del umbral de pobreza (18).
La
política económica llevada a cabo desde 2008 ha causado verdaderos
estragos, sobre todo en los países periféricos. Los ingresos medios
tampoco se libran. En Italia el poder adquisitivo ha descendido un 12%,
en España y Gran Bretaña (!), un 22%, y en Grecia, un 33% (19). En
Portugal los salarios han descendido un 12% (20), en Grecia los salarios
de los funcionarios se han desplomado un 35% (21). El 31% de los
griegos vive hoy por debajo del umbral de pobreza y un 27% corre peligro
de caer en esa situación (22). En España la pobreza podría llegar al
40% de aquí a 2022 (23).
También en Bélgica sigue aumentando la
pobreza. Hoy en día en este país próspero 24.000 personas necesitan la
ayuda alimentaria de Cruz Roja (24). El ritmo de este aumento ha sido
menos rápido que en los países periféricos porque hemos estado 541 días
sin gobierno y durante este periodo no se han podido decidir recortes.
En segundo lugar, en nuestro país los sindicatos son más fuertes que en
la mayoría de los países vecinos.
Para los super-ricos la crisis
ha sido, en todo caso, una bendición. Nunca antes había habido tantos
super-ricos (fortunas de más de 22 millones de euros) en el mundo. En
Europa se han unido a la lista 4.500 personas, en Bélgica, 60 (25). Los
“individuos muy ricos” (high-net-worth individual, con unos medios de
inversión de más de un millón de dólares) han visto aumentar su riqueza
al menos un 41% desde 2008 (26). A todas luces, la crisis no es para
todos.
Una cuestión de civilización
Este abismo es
un auténtico escándalo. Para el economista de reputación internacional
Jeffrey Sachs, una redistribución fundamental de la riqueza es una
cuestión de “civilización” (27). Pero también hay razones sociales,
económicas e incluso políticas para emprender la lucha contra este
abismo. En primer lugar, la desigualdad en un país provoca una serie de
efectos nefastos. Acorta la vida de las personas, las hace más
desgraciadas, aumenta la criminalidad, la cantidad de embarazos
adolescentes y de adicciones a la droga, y estimula el consumo excesivo
(28).
Económicamente, una gran desigualdad empeora la crisis
puesto que los bajos ingresos significan menor poder adquisitivo, lo
cual es nefasto para el consumo global y, por consiguiente, para las
inversiones.
Hay un fuerte paralelismo entre nuestra época y la
Gran Depresión de la década de 1930. Entre 1920 y 1928 el grupo del 5%
de los más ricos aumentó del 24 al 33%. Un año después se produjo la
explosión. En 1983 este grupo era el 22% y en 2008, el 33%, esto es,
precisamente el nivel del año anterior al crack (29). Por el mismo
motivo los recortes no son una buena idea. Aumentan el abismo y, por lo
tanto, aumentan y empeoran la crisis. Aunque puede que este sea
precisamente el objetivo (30).
Por último, un abismo demasiado
grande entre ricos y pobres también genera un peligro político, más
disimulado. La desigualdad económica cada vez mayor y el descenso de los
ingresos bajos y medios suscita el descontento y la agitación en un
amplio sector de la población. Según The Economist, al menos en 65
países existe una posibilidad entre alta y muy alta de agitación y de
revuelta, comparable a las de la Primavera Árabe (31). Por lo tanto, no
es sorprendente que en Davos la elite de los políticos, lo mismo que el
presidente Obama y el director del FMI, empiecen a preocuparse
verdaderamente (32).
Todavía no se han dado cuenta de que en este
caso no se trata de un exceso o de un desbordamiento, sino de un error
del sistema o de un defecto de construcción. Ya es hora de algo nuevo.
Anexo 1: Prioridades del capitalismo mundial (33)
Anexo 2: Un mundo de diferencia: China y Cuba
A nivel mundial
estos últimos veinte años asistimos a una fuerte disminución de la
pobreza extrema (1,25 dólares). Sin embargo, en gran parte se ha debido a
los esfuerzos de China en este aspecto (34). Semejante disminución
generalizada de la pobreza, como es el caso de China, no tenía
precedentes en la historia del mundo. En todo caso, esta disminución de
la pobreza es consecuencia sobre todo de un fuerte aumento de los
salarios. Por el momento el sueldo se duplica cada seis años (35). Por
lo tanto, no es de extrañar que la cantidad de ingresos medios en China
haya aumentado mucho. En veinte años al menos 800 millones de chinos han
pasado a la categoría de “ingresos medios” (2-13 dólares). Esto
equivale aproximadamente a toda la población del África negra y es casi
cuatro veces más que la de India (36). El Índice de Desarrollo Humano
(IDH) mide el progreso social de un país. En los últimos treinta años,
el aumento del IDG de China ha sido el más alto de todo el mundo y tres
veces superior a la media mundial (37).
En Cuba los ingresos por habitante son seis veces más bajos que en los
países ricos. En efecto, el país padece el bloqueo más largo de la
historia mundial. A pesar de ello, la atención sanitaria de Cuba es de
las mejores del mundo. En Cuba nadie tiene que posponer una operación o
el cuidado dental por falta de dinero. Ahí son gratuitos los cuidados
médicos, las prótesis y otras intervenciones por las que tenemos que
pagar en nuestros países. El país también tiene uno de los mejores
resultados del mundo en la enseñanza. El porcentaje de adultos cubanos
que hacen estudios superiores es el segundo más alto del mundo: el 95%
(38). Esta cifra se debe al hecho de que la enseñanza, incluida la
universidad, es completamente gratuita. En Cuba la capacidad adquisitiva
no desempeña papel alguno a la hora hacer o no estudios (superiores).
Globalmente, como país pobre, Cuba obtiene un índice de desarrollo
social (HDI) comparable a Bélgica e incluso mejor que el de Gran Bretaña
(39).
Notas [no aparecen en la versión francesa, las ha proporcionado el autor para su versión en castellano, N. de la t.]:
(1)
El cálculo de ingresos de una familia media se basa en la hipótesis
probable de que los ingresos de los hogares disponibles se elevan al 70%
del PIB. En este caso, se utiliza aquí el Producto Bruto del Mundo
(83.200.000 de dólares de PPA en 2012).
En algunos países es más del
70%, en otros menos. Así pues, para una familia media es 3.440 dólares
de PPA. Esta cifra tiene en cuenta las diferencias de precio entre los
países para los mismos productos o servicios, y expresa el poder
adquisitivo real. Hemos convertido esta cifra en euros según el método
de cálculo del Banco Mundial.